Nada me haría más feliz que dejar de verlos por un tiempo, pensaba Filomena al salir raudamente del ágape celebrado el martes en el salón. No encontraba sentido alguno a esas reuniones con postín de festejo, cuando el clima de tensión embriagaba todo el ambiente. Y el punto cólumne se soltó cuando un comensal expresó :- no existe buen banquete si no se estrunfa un botella-, apoyando en la mesa una champaña especial. Filomena, en paz con ella misma, aguardó unos instantes, y recordando el tormento y los bretes desgraciados que el alcohol había producido en su vida, deseó felicidades al agasajado, saludó a todos cordialmente con la mano y una sonrisa, y raudamente, partió Alivio y Libertad, que no la inviten más. Ojalá.
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