viernes, 14 de agosto de 2015

Compraventa insensata.

“Cante Cristo el Redentor, gima Judas el vendedor y ruborícese el judío, el comprador. Judas efectuó una venta y el judío una compra. Hicieron un mal negocio, ambos sufrieron pérdidas y se perdieron a sí mismos, tanto el vendedor como el comprador. Quisieron comprar, ¡cuánto mejor les hubiera sido ser rescatados!  Judas vendió, el judío compró. ¡Desdichado contrato! Ni el primero tiene el precio, ni el segundo a Cristo. A uno le digo: « ¿Dónde está lo que recibiste?», y al otro: « ¿Dónde está lo que compraste?» A aquél le digo: «Tu venta fue un defraudarte a ti mismo» ¡Salta de gozo, cristiano, tú saliste vencedor del contrato entre tus enemigos! Tú adquiriste lo que uno vendió y el otro compró.” 

(San Agustín - Del Sermón 336, 4)

Siempre existe un traidor vendedor, un interesado comprador, y quien queda como objeto de compraventa, se beneficia, libre a  corto plazo, a diferencia de los dos primeros, que se gratifican en lo erróneo y sórdido.




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