Al tomar un fragmento de un libro , uno puede inspirarse para escribir una historia diferente a la que se presenta en el libro entero. Ha sido una técnica recomendada en un grupo literario informal, que se armaba los jueves en Corrientes y Callao, allá , en lo de Robinson. Y cada uno contaba una historia que se enlazaba con anécdotas de otro, y proseguía la bella con varios títulos interesantes de esos clásicos leídos con ahinco y pasión. Pasada la tarde esperábamos las empanadas de la Continental, y discurríamos en más y más temas varios. Cuando terminaba la reunión y nos despedíamos en medio de la vereda frente al portal del edificio, nos íbamos por sendos caminos, y en particular , yo me sentía más buena. Es provechoso conversar en reunión , en vez de guatsapear en conversaciones estériles , mediadas por signos y abreviaturas que faltan el respeto al vasto contenido de palabras y construcciones de la lengua castellana. Por fortuna no tengo esa porquería, y a mi manera me relaciono con las personas que detestan esa aburrida y anquilosante aplicación. Fin del fragmento del treinta y uno de Julio de 2015.
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