jueves, 16 de junio de 2016
Caminante eterno.
Aunque camino entre los abedules, la distancia hacia un claro es grande y esa luz se ve pequeña desde donde estoy. Camino y sigo el camino sinuoso y desparejo, atravesado por gruesas raíces y afelpado con hojas de abigarrados colores. El aroma selvático me alienta y respiro tan profundamente ensanchándome y liberándome de las viejas tensiones generadas en la lejana ciudad. Me detengo en una pequeña aldea y encuentro cobijo en una casita. Esta noche voy a tomar un baño templado, dispuesta luego a descansar. Mañana será otro día de emprendimiento con nuevas consignas para disfrutar no tanto la meta sino el camino para llegar, y al llegar, volver a partir.
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